Sobre los tiempos escolares. ¿Hablaremos todos alguna vez en serio?

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Cuando pusimos en marcha la campaña sobre los deberes escolares, afirmamos que pretendíamos recuperar el tiempo libre de nuestros hijos e hijas para poder realizar actividades familiares de forma conjunta. No faltó quien dijera que pretendemos desentendernos de ellos, algo que, además de ser rigurosamente falso, es absurdo porque, si ese fuera el objetivo, nuestra organización pediría que estos se incrementaran. Es más fácil y cómodo tener a nuestros hijos e hijas encerrados en sus habitaciones delante de los libros de texto, los cuadernos y los deberes que cada día les mandan sus docentes. De hecho, tampoco falta quien los pide con ese objetivo: tiempo libre para los adultos a costa del que deberían tener los menores. Pero nosotros queremos pasar más tiempo con ellos porque la vida es muy corta y si hemos tenido hijos e hijas no es para olvidarles.

Pero nosotros queremos pasar más tiempo con ellos porque la vida es muy corta y si hemos tenido hijos e hijas no es para olvidarles.

 

También se nos critica cuando afirmamos que el calendario escolar está mal organizado, si pensamos en el alumnado. Nadie negará que se configura con una mezcla entre las fiestas religiosas, las limitaciones presupuestarias de las Administraciones por no invertir lo suficiente, las reivindicaciones de los docentes y las necesidades organizativas de los centros educativos para dar respuesta a una legislación caótica que no piensa en el alumnado, salvo para establecer más y más barreras selectivas.

Y, por supuesto, en este lío de los tiempos escolares, no podemos olvidar el asunto de la jornada escolar. La pugna por el tipo de jornada se hace dando la espalda a las necesidades del alumnado, sobre todo del que tiene mayores dificultades, ya que éste necesita más y mejor escuela en lugar de todo lo contrario.

Llevamos varios años con el debate de los tiempos escolares reducido al de la jornada escolar, lo que ha impedido abordarlo de forma adecuada. Un debate que siempre que se vincula a la jornada, es demasiado visceral y alejado del análisis sosegado que requeriría.

Y en estas cosas andábamos entretenidos cada año hasta que se abrió el debate del calendario escolar, intencionadamente negado durante años cuando las familias decíamos que debíamos abordarlo. Se nos decía que se trataba de hablar de la semana blanca, del carnaval y de algún que otro día suelto con puente incluido o en “laborable no lectivo”, porque el resto no “tenía margen de maniobra”. Pero dos propuestas se han encontrado para desmontar lo establecido: el cambio de los exámenes de septiembre y las vacaciones cada dos meses de clase, o menos.

 

Un debate que siempre que se vincula a la jornada, es demasiado visceral y alejado del análisis sosegado que requeriría.

 

Respecto del cambio de los exámenes extraordinarios de septiembre a junio, algunas Comunidades Autónomas han decidido ahora que deberían replanteárselo, cuando otras llevan muchos años de esa forma y las familias estamos cansadas de decir que en septiembre no existe una verdadera segunda oportunidad, que ni mucho menos se garantiza la evaluación continua y que el alumnado debe desconectar para recuperar fuerzas y motivación para el curso siguiente. Oídos sordos durante años hasta que a determinadas Administraciones les ha venido bien por otras razones, entre ellas judiciales. Y entre los sectores, desde quienes se niegan a mover cualquier cosa solo porque “siempre se hizo así” y se sienten profundamente conservadores en sus posiciones personales, hasta quienes piensan que con el cambio se abre una oportunidad para acabar con los exámenes extraordinarios porque “el alumnado debe esforzarse y aprobar a la primera o dejarlo”.

Y con relación al que ha venido ahora a denominarse “el calendario de Cantabria”, solo tenemos ante nosotros una propuesta que no es novedosa y que trata de copiar el calendario de algún país europeo que no se parece a nosotros ni en horas y días lectivos, ni en climatología, ni en costumbres culturales, ni en la distribución de las vacaciones laborales, ni en… Eso sí, hay quien piensa que la innovación consiste en copiar de forma acrítica lo que otros hacen. Por eso, nos hemos encontrado con otra propuesta sindical que prescinde de buscar consensos con el resto de sectores educativos y que se impone a las bravas por algunas Administraciones, aunque luego de repente digan ”anda, las familias, que no les hemos preguntado” y se empeñen en decir que buscarán soluciones “para no perjudicarlas ni a ellas ni al alumnado”, lo que viene a ser un reconocimiento implícito de que la propuesta se visualizará claramente perjudicial, salvo que se pongan parches suficientes para que no se note.

 

Eso sí, hay quien piensa que la innovación consiste en copiar de forma acrítica lo que otros hacen.

 

Ante tanto despropósito, que nos lleva a jornadas agotadoras del alumnado, con la pérdida de su tiempo libre y en gran medida de su bienestar personal, sin un calendario ni una jornada escolar que piense en el mismo de forma ni remotamente prioritaria, lanzamos la campaña sobre los deberes escolares, convencidos de que, hablar de ellos, es hacerlo del sistema educativo y superar la mirada corta del calendario y la jornada. Pero no ha faltado quien dijera, de nuevo, que las familias “nos tenemos que callar porque entramos donde no nos corresponde”, como si la educación y el bienestar personal de nuestros hijos e hijas fuera algo que le compete solo a los demás. Aún así, a pesar de los que siempre se niegan a sentarse con las familias para buscar soluciones conjuntas, hemos introducido el debate y cambiado en buena medida esa posición de sumisión y conformismo ante lo que “se manda desde la escuela”.

Y ahora que tenemos todos estos debates abiertos, que en el fondo son el mismo debate pero cogido solo por alguno de sus flecos de forma aislada, ¿hablaremos de una vez en serio y de forma conjunta sobre los tiempos escolares?

 

¿Hablaremos de una vez en serio y de forma conjunta sobre los tiempos escolares?

 

Nosotros estamos dispuestos, tanto como en las décadas que llevamos pidiendo que ello se haga, pero aún más todavía porque las muestras de que la situación actual es insostenible son cada vez mayores. Por ejemplo, nos hemos hartado de repetir que los descansos no son para el alumnado porque con cada periodo vacacional se incrementan los deberes escolares y los exámenes a la vuelta que no permite desconectar, y ahora el informe realizado por el Consejo Escolar de Cantabria sobre la aplicación del nuevo calendario escolar lo afirma de forma clara, volviendo a demostrar lo que niegan solo quienes no quieren reconocer la realidad.

Lo dicho ¿nos ponemos a ello? Porque, sinceramente, ya esta bien de soportar este nefasto escenario que hemos construido entre todos.