La injusticia de los deberes

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Antonio Martín Román

Presidente de FAPA Gran Canaria “Galdós”

 

6-2-fotografia-antonio-martinA principios del siglo XX, el profesorado tenía un trabajo muy duro, todos los días del curso escolar eran lectivos, incluyendo los domingos. Un día a la semana por la tarde, algunos días festivos señalados y unos pocos días en verano eran lo único que libraban. El horario era agobiante, con clases mañana y tarde, entrando al centro saliendo el sol y terminando cuando éste se ponía.

Con las reivindicaciones formuladas a través de los años, se fue consiguiendo que ese horario se fuese reduciendo. Menos horas diarias de clases y la aceptación primero del domingo y más tarde también del sábado como día de no trabajo.

En la actualidad, los viernes a medio día o por la tarde, dependiendo si es jornada continua o partida, se terminan las clases y se puede empezar el periodo de descanso.

Pero esta mejora que durante los años ha ido consiguiendo el profesorado, no se ha trasladado de la misma forma al alumnado. Chicos y chicas que van diariamente a sus clases, una vez que llegan a su casa tienen que hacer un montón de deberes, además de obligado cumplimiento.

Ni que decir tiene que cuando va a llegar el fin semana, como si de una obligación se tratase, para que niños y niñas no estén ociosos, se incrementa la carga de trabajo, por lo que son muchos los sábados, domingos y días de fiesta que hay que estar en casa sacando adelante la tarea marcada para la siguiente semana. Hasta en periodo de vacaciones sucede.

Años y años luchando por jornadas laborales justas y a nuestros hijos e hijas los tratan como mano de obra barata, rayando la esclavitud.

Si se toma como ejemplo cualquier curso de secundaria o bachiller se puede ver como se llegan a sobrepasar las 50 horas entre centro de estudios y deberes.

Todo esto no solo influye en el alumnado, también a madres, padres, hermanas, hermanos porque nos obligan a priorizar el trabajo que se manda a nuestros hijos e hijas respecto al estilo de vida que queremos llevar dentro de nuestra familia.

 

Años y años luchando por jornadas laborales justas y a nuestros hijos e hijas los tratan como mano de obra barata, rayando la esclavitud.

Tenemos que hacernos una pregunta ¿Dónde está el tiempo libre de nuestros hijos e hijas?, ¿dónde está nuestra libertad para organizar el tiempo con nuestras hijas e hijos?, ¿por qué otros tienen que decidir qué hacemos con nuestro tiempo?

Los problemas que generan los deberes son muchos: sobresfuerzo, estrés, problemas de salud, desigualdad, falta de interés… Que conste que el aviso de que se ocasionan problemas de salud no lo decimos las familias, lo dice la Organización Mundial de la Salud.

Durante el tiempo que los chicos y chicas están en los centros educativos van ganando temor y perdiendo confianza, van adquiriendo monotonía y perdiendo creatividad, van teniendo más desidia y perdiendo disposición y cuando llegan a casa se encuentran con la impotencia de un deber al que no se pueden negar.

Cuando van adquiriendo más edad el camino no tiene marcha atrás, se han creado autómatas especialistas en memorizar, jóvenes capaces de estar horas y horas haciendo ejercicios repetitivos, máquinas que no se pueden parar a pensar, tan solo a hacer lo que se les manda.

Ya ha llegado la hora de examinar este grave problema que lleva años y años y que a nadie le ha interesado buscar una solución.

Todos estamos implicados, la administración con los contenidos, el profesorado con las metodologías, las familias con la ayuda que debemos prestar y el alumnado con el derecho que tienen a vivir una infancia, niñez y adolescencia donde disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida y no del ladrillo que impone este sistema de enseñanza.