La evaluación como aprendizaje

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La evaluación es un fenómeno educativo que condiciona todo el proceso de enseñanza y aprendizaje. Por eso resulta decisivo preguntarse por la naturaleza del mismo, por su finalidad y por las dimensiones éticas, sociales y políticas que lo impregnan.

                 La clave es aprender y mejorar a través de la evaluación

No se trata de un fenómeno esencialmente técnico sino de un fenómeno ético. Por consiguiente, resulta indispensable preguntarse a quién beneficia cuando se hace y a quién perjudica, a qué valores sirve y qué valores destruye. La evaluación puede servir para muchas finalidades. Lo importante es utilizarla como aprendizaje, como un modo de comprender para mejorar las prácticas que aborda ya que es un proceso que lo impregna y condiciona todo.

Principios de la Evaluación

  1. La evaluación tiene que servir para el aprendizaje.

La evaluación ha de utilizarse para comprender, reflexionar, diagnosticar y aprender, no debe servir solo para medir, clasificar, comparar y sancionar.

  1. Es un fenómeno ético, no meramente técnico.

La evaluación no es un fenómeno aséptico, importa mucho saber a qué valores sirve y a qué personas beneficia. En la Evaluación hay poder y debe haber Ética.

  1. Es un Proceso y no un acto aislado.

Si se convierte en un acto aislado corre el peligro de no ser rigurosa, ya que las variables que condicionan ese momento son tantas y tan potentes que no se puede garantizar la validez. La evaluación ha de estar contextualizada, ser continua y realizada por aquellos que comparten la práctica con los evaluados.

  1. Es preciso que sea un proceso participativo y de diálogo.

La evaluación ha de ser un proceso de diálogo y de participación real  y no solo marginal. Cuanta más participación tengan los evaluados en el proceso de evaluación, más potencialidades formativas tendrá. Y no se convertirá en una actividad meramente burocrática.

  1. El término “evaluación” nos sirve para entendernos y también para confundirnos.

Una cosa es evaluación y otra, muy distinta calificación o medición. Es indispensable respondernos ¿A qué llamamos evaluación? y ¿Cuál es su sentido y su finalidad? Para no decir cosas distintas con el mismo término.

  1. Tiene un componente corroborador y otro atributivo.

La evaluación trata de comprobar el aprendizaje, pero también debe explicar por qué no se ha producido. Existirán causas atribuibles al evaluado, pero ¿Todas?

  1. La evaluación será rigurosa si utiliza instrumentos diversos.

No se puede meter en casilleros simples una realidad muy compleja. No es posible reducir con rigor a un número el trabajo realizado por una persona. Para que exista rigor se requiere la utilización de métodos diversos.

  1. Es un catalizador de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje.

La evaluación condiciona todo el proceso de aprendizaje. Podríamos decir “Dime cómo haces la evaluación y te diré que tipo de profesional (e incluso de persona) eres”. Desgraciadamente en demasiadas ocasiones hemos comprobado que superar la evaluación  es más importante que el aprendizaje mismo.

  1. El contenido de la evaluación ha de ser complejo y globalizador.

El aprendizaje incluye muchas facetas, no todas igualmente evaluables. Hay que evaluar no solo datos y conceptos sino las destrezas, los procedimientos y las actitudes. La comprobación de estos aprendizajes exige métodos diferentes.

  1. Para evaluar hace falta tener un conocimiento especializado del proceso de enseñanza/aprendizaje.

Existe el error de pensar que la enseñanza causa el aprendizaje de forma automática, de la misma manera se piensa que la evaluación es un proceso elemental que consiste en preguntar por lo que han aprendido los evaluados. Esto es una simplificación peligrosa e interesada.

  1. Es importante evaluar las evaluaciones. Hacer una Metaevaluación.

Es decisivo y eficaz someter a un análisis riguroso el proceso de evaluación. Se pueden cometer abusos que se enraízan en las instituciones perpetuando errores y prejuicios que repiten rutinas de manera lamentable.

  1. No debe ser un acto individualista sino colegiado.

La evaluación no es una responsabilidad aislada de un tutor sino un hecho social del que se responsabiliza toda la institución. No debe ser una práctica conducente al individualismo y a la competitividad.

 

Evaluación

Pedagógicamente rica           Pedagógicamente Pobre

 

Este texto resumen está extraído  en su totalidad del magnífico libro “La evaluación como aprendizaje” de M.A Santos Guerra. Ha sido redactado por Miguel Vera con la autorización explícita del autor.