Engracia Prieto Ordás
Presidenta FELAMPA León “Sierra Pambley”
Los comedores escolares de hoy están integrados en casi la totalidad de los colegios públicos, teniendo su origen en la primera década del siglo XX. Su trayectoria va desde lo asistencial y educativo en nutrición e higiene para los niños y niñas y sus familias hasta ser hoy una parte imprescindible en los centros educativos de infantil y primaria.
El comedor y el transporte se establecen como un dúo inseparable becado al alumnado del medio rural.
Se pasa de cocinar en el propio centro a la contratación de caterings en línea caliente extendiéndose esta modalidad. Todo queda regulado por normativas y especialistas contratados por la administración (los menús, los tiempos y el transporte).
Los programas educativos en relación a los buenos hábitos alimenticios (desayunos saludables, jornadas de promoción de consumo de frutas, meriendas con productos típicos locales, etc…) van por su propio camino, mientras los menús de los comedores escolares van por otro.
Hay un nuevo cambio de modelo recomendado por la Unión Europea en la preparación de los alimentos para comedores colectivos. Es el catering en línea fría.
Esta tendencia va primando la contratación de grandes empresas, que cocinan un elevado número de menús en sus grandes cocinas industriales, destinados a cubrir una gran demanda desde territorios que se alejan mucho del centro de producción. Menús iguales para todos (estén en la Comunidad Autónoma que estén) y para todas las edades (desde infantil hasta secundaria), cocinados con mucha antelación y transportados desde muy lejos.
Este modelo neoliberal de negocio en la escuela es lo que las familias rechazamos y cuestionamos, ya que la seguridad alimentaria y nutricional debe estar constantemente supervisada en cualquier modo que se cocine.
Las texturas y presentaciones a los niños y niñas de la comida son uniformes, sin variedad, lo que no la hace atractiva y la educación en sabores, texturas y variedad de alimentos desaparece y, con ello, una de las funciones del comedor.
Las familias sabemos qué comedores queremos y necesitamos para nuestros hijos e hijas. Los menús tienen que ser nutricionales, adaptados a sus necesidades de desarrollo, crecimiento, a sus intolerancias o alergias específicas. Que ofrezcan un lugar y un tiempo de ocio, de descanso, de juego. Un tiempo de aprendizaje de normas de convivencia y de buenas maneras entre iguales donde los que importen sean los niños y las niñas.
Las familias sabemos qué comedores queremos y necesitamos para nuestros hijos e hijas. Los menús tienen que ser nutricionales, adaptados a sus necesidades de desarrollo, crecimiento, a sus intolerancias o alergias específicas. Que ofrezcan un lugar y un tiempo de ocio, de descanso, de juego. Un tiempo de aprendizaje de normas de convivencia y de buenas maneras entre iguales donde los que importen sean los niños y las niñas.
El comedor escolar entra de lleno en la más pura globalización económica neoliberal. Ya no es más que un negocio donde prima la deslocalización de los productos (que se pueden traer de cualquier parte del mundo) olvidando los productos locales, ecológicos o regionales.
Por otro lado, las familias sabemos y denunciamos que las condiciones para recibir las becas de comedor son más duras, que se han recortado los presupuestos que se dedican a ellas y reivindicamos y pedimos que los comedores escolares estén abiertos todo el año, garantizando a muchos niños y niñas, al menos, una comida fija al día.
Y con toda esta vorágine, las familias a través del movimiento asociativo de las AMPAs y las Federaciones, volvemos a reivindicar incansablemente, cocinas y comedores en los centros escolares públicos, con empleo y productos locales, con cercanía y saber hacer.
Porque nuestros hijos e hijas se merecen una comida nutritiva, sana y que sea sostenible ecológicamente en su producción y elaboración.