Prevención del bullying y el ciberbullying en la comunidad educativa

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José María Avilés Martínez

 

12 Foto 1 Prevencion del bullyingLa prevención del bullying y el cyberbullying tiene que ser un empeño consciente por parte de quienes convivimos en la comunidad educativa. Sin duda, es necesario trabajar desde distintos contextos para hacer posible ese objetivo y para que resulte efectivo y con garantías de éxito. En esa empresa se necesita la actuación imprescindible de todas las voces, de quienes desde sus posiciones pueden actuar, administraciones públicas, medios de comunicación, alumnado, familias y profesorado. En definitiva, de la sociedad misma y desde una cultura de paz.

En el camino recorrido la lucha contra el acoso ha ido experimentando diversos altibajos y diferentes impulsos desde los distintos contextos.

En el contexto escolar se han conseguido grados de sensibilización y concienciación importantes, llegando a incorporar frente al acoso protocolos de actuación cuando se atisban los casos y respuestas preventivas en momentos formativos de trabajo con el alumnado durante las tutorías o en clases específicas. El profesorado va tomando conciencia de su responsabilidad en el liderazgo de esta lucha, aunque quedan todavía pendientes desarrollos y acciones formativas que proporcionen herramientas técnicas y de trabajo colectivo y coordinado para abordar este fenómeno en general, y en especial, el del cyberbullying y la prevención de riesgos en la gestión de las relaciones interpersonales del alumnado en las redes sociales.

 

Es necesario trabajar desde distintos contextos para hacer posible ese objetivo y para que resulte efectivo y con garantías de éxito.

 

Para el abordaje del bullying se tiene que huir del tratamiento puntual y reactivo cuando los problemas aparecen y considerar la necesidad de actuar proactivamente, ocupándose de ello cuando no suceda, para construir los mimbres preventivos suficientes que permitan trenzar el cesto donde hacer desaparecer el acoso. En este sentido, debe ser desde el contexto escolar y bajo el liderazgo del profesorado como se tienen que impulsar iniciativas para construir respuestas comunitarias planificadas contra el acoso que todavía faltan. Necesitamos que cada comunidad educativa se plantee la necesidad de construir un Proyecto Antibullying (Avilés, 2015) propio, en el que se recojan todas las decisiones y herramientas que se ponen en juego y que se activan como comunidad para prevenir tanto el bullying como el cyberbullying.

 

Necesitamos que cada comunidad educativa se plantee la necesidad de construir un Proyecto Antibullying propio

 

Además, aún tenemos varios debates pendientes al respecto. En especial el que se refiere a un tratamiento educativo coordinado y un encaje coherente del uso de dispositivos móviles, la cultura de internet y las redes sociales en la escuela y en otros entornos educativos, últimamente tan relacionados con formas de acoso virtual (Avilés y Gª Barreiro, 2016). No podemos limitarnos a prohibir o controlar el uso. Son cuestiones y decisiones que no se pueden posponer más tiempo y que se deben adoptar en común. Son las comunidades educativas quienes tienen que valorar las pautas educativas que hagan posible un uso sensato de esos dispositivos y sus potencialidades en los distintos ámbitos de convivencia (escuela y familia). Y debe ser una reflexión que nos comprometa a todos y todas en nuestros usos y hábitos, también a las personas adultas que convivimos con los y las adolescentes en casa o en la escuela. Necesitamos obtener con ese uso racional que los chicos y chicas disfruten y valoren lo que les ofrecen los dispositivos, que tengan presentes en ellos los mismos valores y criterios morales que ponen en juego en sus relaciones presenciales, y que con su uso puedan desarrollar sus potencialidades al máximo.

En el contexto social en demasiadas ocasiones las sensibilidades han sido impactadas o marcadas por los aldabonazos que han supuesto los hechos muy graves ocurridos por este motivo. Medios de comunicación han sensibilizado periódicamente a la sociedad aportando discursos no siempre acertados y adecuados para un abordaje sensato. A su vez, la exigencia social ha ejercido una presión sobre las administraciones y los poderes públicos que les han hecho reaccionar en caliente no siempre de la mejor forma para quienes tienen responsabilidades preventivas y de intervención educativa. Cuando los hechos se han desbordado y han sobrepasado los muros de los entornos educativos quedando en manos de periodistas, abogados o perfiles no educadores, se han limitado drásticamente las posibilidades de intervención educativa y de restauración de las relaciones dañadas. Por estas y otras razones parece prudente dar siempre una oportunidad a la intervención educativa en los casos de acoso, confluyendo la lealtad educativa de profesorado y familias en el esfuerzo objetivo de restaurar las relaciones interpersonales de las partes siempre que eso sea posible. Con demasiada frecuencia contemplamos medidas tan desesperadas como frustrantes como son la deslocalización de la víctima, no abordando la solución del problema, penalizando a muchos de quienes sufren el acoso, obligándoles a crearse una nueva red social en otro contexto, y dejando en su escenario habitual a quienes agreden. Como si se tratara de una especie de legitimación social de la ley del más fuerte, lo que no es más que un reconocimiento del fracaso de la intervención educativa.

 

Tenemos varios debates pendientes, en especial el que se refiere a un tratamiento educativo coordinado y un encaje coherente del uso de dispositivos móviles, la cultura de internet y las redes sociales en la escuela y en otros entornos educativos. No podemos limitarnos a prohibir o controlar el uso.

 

La intervención familiar contra el bullying y el cyberbullying acompaña también déficits considerables a este sumatorio de consideraciones que acumulamos, pues no siempre se ha abordado su tratamiento preventivo en el seno familiar, y cuando se ha hecho, casi siempre ha sido reactivamente y no de forma previa y planificada, sin tratar en toda su dimensión el calado moral que los hechos y las posiciones de las personas involucradas merecen. Ante todo, reclamar la necesidad de una formación de padres y madres en este terreno. Exigir la responsabilidad de los poderes públicos en el desarrollo de escuelas de familias como marcos de reflexión y formación donde se faciliten las herramientas y pautas para trabajar con sus hijos e hijas. Hablamos de que el bullying es un problema moral (Tognetta, Avilés, Rosario y Alonso, 2015) ante el que por acción u omisión todos y todas nos posicionamos, y que se suele hacer de manera diferente dependiendo de si a quien tenemos cerca es víctima, agrede o solo mira.¿Qué pauta moral emplearíamos como padres y como madres cuando nuestro hijo o hija se encontrase en cada una de esas tres posiciones? ¿Sería la misma? ¿Por qué la cambiaríamos? ¿Sería justo y moralmente aceptable?

Con carácter general tendríamos que implementar acciones en estos ámbitos:

1) Interesarnos y dar importancia a todo lo referente al desarrollo personal e interpersonal de nuestro/a hijo/a. Por su satisfacción personal e interpersonal, por sus sentimientos y no solo por los estudios. Para que su desarrollo psicológico sea adecuado, es muy importante cómo se relaciona con sus iguales, y lo querid@, aceptad@, valorad@ y respetad@, que es por ell@s.

2) Hablar explícitamente con los/as hijos/as del maltrato entre iguales. Comentad sobre el tema, charlad sobre qué hacer si les ocurre algo así, dad pistas y orientaciones, etc. Además, es necesario aprender a reconocer signos de vuestro hijo/a en cualquiera de los tres papeles. Es preciso aprender a percibir y dar importancia a conductas extrañas o inadecuadas como si está triste, ha cambiado su estado de ánimo, tiene problemas con la comida (por exceso o defecto), el sueño (duerme mal o poco), está muy irritable (antes no lo estaba), se muestra agresiva/o o muy mandón/a con hermanos/as menores, está más distraído/a, ensimismado/a, «ido», no tiene amigas o amigos para quedar o salir en los tiempos de ocio, no controla sus enfados, es demasiado impulsivo/a, pone disculpas para faltar al instituto-colegio, «pierde»sus objetos personales con demasiada frecuencia, tiene lesiones que explica con argumentos no convincentes, … A este respecto, conviene recordar quiénes están implicados y recordar algunas de las características que definen a las y los implicados en episodios de maltrato entre iguales.

 

Parece prudente dar siempre una oportunidad a la intervención educativa en los casos de acoso, confluyendo la lealtad educativa de profesorado y familias en el esfuerzo objetivo de restaurar las relaciones interpersonales de las partes siempre que eso sea posible.

 

3) Tener en cuenta las peculiaridades de la etapa evolutiva. Desde luego es necesario conocer qué les pasa en sus cabezas y en sus cuerpos porque nos será más fácil poner en juego las habilidades parentales adecuadas para su edad; así, por ejemplo, habrá que respetar sus cambios de humor, sus deseos de intimidad, su aspereza afectiva en unos momentos, ¡que no está reñida con sus ganas de mimos y cercanía afectiva en otros!

4) Revisar nuestro estilo y dinámica familiares. Es preciso analizar y reflexionar como padres y madres el sistema de valores que promovemos en casa, sobre el clima familiar que propiciamos, lo métodos que usamos para afirmar la autoridad, los modelos parentales de conducta, cómo es la comunicación con ellos, sobre si hablamos, escuchamos y dialogamos o simplemente les sometemos a un interrogatorio, … Sobre la estructura familiar que rige en el seno familiar (cómo y quién toma verdaderamente las decisiones), sobre si les educamos para la autonomía o les sustituimos y vivimos su vida por ellos, sobre si tenemos establecido un sistema de normas de referencia y un sistema de resolución de conflictos conocido por todos y todas, … El modelo de convivencia interno que ellos y ellas aprenden y viven se tiende a transferir a otras situaciones de relación interpersonal.

5) Mejorar y potenciar la comunicación y colaboración con el centro educativo.Para contribuir a su educación y su desarrollo óptimo es preciso establecer más vías de comunicación con el centro y aumentar la presencia, colaboración, implicación y participación en las actividades como reuniones, extraescolares, formativas, coparticipadas, AMPA, tratando de potenciar las escuelas de familias.

En cualquier caso, específicamente también como padres y madres debemos tener claras las pautas educativas cuando nos veamos involucrados en alguna de las posiciones del acoso.

No debemos esperar a que nuestro hijo o hija sufra acoso para hablarle de ello. Antes explícale cómo sucede el bullying y el cyberbullying, sus dinámicas y pídele que te avise tan pronto como le pase. Dile que antes de hacer nada siempre le consultarás lo que se debe hacer. Actúa rápido pero con tranquilidad, trasmítele confianza, escúchale, apóyale incondicionalmente y valora todas sus conductas de autoafirmación personal. Recaba ciberpruebas. Acude al centro y pide ayuda, permanece en contacto y actúa activamente en la intervención que se planifique.

Si quien agrede es nuestro hijo o hija debemos abordar la situación francamente. Infórmale y demuéstrale que estamos en contra del acoso. Dirígete al centro educativo, 12 Foto 2 Prevencion del bullyinginforma de la situación y pide ayuda y orientación. Apóyale incondicionalmente; déjale claro que le quieres y que lo que rechazas es su conducta. Ofrécele tu confianza. Apoya cualquier pequeño cambio de actitud frente a la intimidación. Pídele que cese su conducta. Invítale a que se ponga en el lugar de la víctima. Si la ciberagresión se ha producido en grupo, pídele que bloquee los contactos con quienes abusan. Trata de ofrecerle otras vías de relación social fuera de esos grupos. Aborda con él/ella la posibilidad de sanciones que se puedan derivar de su conducta. Permanece en estrecho contacto con el centro y participa activamente junto al profesorado en la intervención que se planifique.

No podemos aceptar que nuestro hijo o hija aprenda a mirar hacia otro lado.Si es espectador del acoso invítale a que se ponga en el lugar de quien sufre y analice cómo se sentiría. Haz que comprenda que puede ayudar con su información, testimonio, petición de ayuda, bloqueo de contactos, apoyo… Ayúdale a que tome sus decisiones: callar y manejar la culpabilidad o decidir que va a actuar, sopesando y afrontando el miedo, posibles consecuencias y riesgos. Ayúdale a parar la situación y a denunciar los hechos. Procura que se conciencie que no puede ignorar y pasar de estas situaciones y que ha de adoptar una actitud contraria a la intimidación y solidaria con quienes sufren. Lo contrario es moralmente inaceptable.

 

La intervención familiar contra el bullying y el cyberbullying acompaña también déficits considerables, pues no siempre se ha abordado su tratamiento preventivo en el seno familiar, y cuando se ha hecho, casi siempre ha sido reactivamente y no de forma previa y planificada, sin tratar en toda su dimensión el calado moral que los hechos y las posiciones de las personas involucradas merecen.

 

Finalmente y a modo de conclusión, no basta con implementar medidas desde los diferentes ámbitos de forma independiente y no coordinada (escolar, social, familiar u otros). Esto no tiene sentido,y no es efectivo, si en la comunidad educativa el trabajo no se vertebra a partir de decisiones comunes que se construyan desde lo que hemos venido en llamar Proyecto Antibullying de la comunidad educativa. Las medidas han de girar en torno a ese eje que les otorgue sentido y legitimación. Deben ser un conjunto de actuaciones conscientes, planificadas y decididas de forma coordinada, que sirvan para defender a la propia comunidad y a sus componentes del abuso y la violencia interpersonal. Que no se improvisen de hoy para mañana, que formen parte del proyecto educativo del centro. En las que participen activamente las familias, el alumnado sea el protagonista y sean lideradas por el profesorado. Todas y todos juntos como garantes en la comunidad educativa de que el esquema dominio-sumisión no se consiente nunca en ninguna de sus formas en las relaciones que se establezcan en su seno.

Referencias

Avilés, J.M. (2015). Proyecto Antibullying. Prevención del bullying y el cyberbullying en la comunidad educativa. Madrid: CEPE.

Avilés, J.M. y Gª Barreiro, J. (2016, en prensa). Cibermentores, un servicio de apoyo entre iguales para la gestión de la convivencia en las redes sociales en los centros educativos. Fundación Barré.

Tognetta, L., Avilés, J.M., Rosario, P. y Alonso, N. (2015). Desengajamentos morais, autoeficácia e bullying: a trama da convivência. En Revista de Estudios e Investigación en Psicología y Educación 2 (1) p. 30-34. DOI: http://dx.doi.org/10.17979/reipe.2015.2.1.