Profesora Titular de Didáctica y Organización Escolar y Decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela
La convivencia escolar es una de las grandes prioridades y preocupaciones de la comunidad educativa y la sociedad en general y de las familias en particular.
CEAPA apuesta por promover una convivencia en positivo en los centros educativos y para abordar los aspectos más relevantes entrevista a Carmen Fernández Morante, Profesora Titular de Didáctica y Organización Escolar y Decana de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Santiago de Compostela. Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Santiago de Compostela. Fue Vicerrectora de Titulaciones y Personal Docente e Investigador de la Universidad de Santiago de Compostela. Jefa de la sección de Tecnología Educativa de Instituto de Ciencias de la Educación de la USC.
Especialista en Tecnología Educativa. Su trayectoria profesional se vincula a la formación en TIC aplicadas a la formación, impartiendo materias universitarias como Tecnología Educativa, Nuevas Tecnologías Aplicadas a la Educación, Educación en Medios y Web Social o Investigación en e-learning, y cursos de formación e innovación docente en este campo para profesores de todos los niveles educativos y otros profesionales de la educación.
En cuanto a su trayectoria investigadora, es miembro de la Asociación Internacional para el desarrollo la Tecnología Educativa y de las Nuevas Tecnologías aplicadas a la educación (Edutec) y del observatorio Gallego de e-learning. Pertenece al Grupo de investigación de Tecnología Educativa de la USC (GI-1438) y participó en numerosas publicaciones y proyectos de investigación Autonómicos e Nacionales en colaboración con otros grupos de investigación de las Universidades de Sevilla, País Vasco, Islas Baleares, Murcia, Barcelona, Rovira i Virgili, Huelva o la Laguna. Como Investigadora Principal de la USC dirigió y dirige actualmente diversos Proyectos Europeos competitivos (E-Hospital, IEPTL, ICTeachers, ICTGoGirls, Rural School Cloud, Create your future), alguno de los cuáles fue reconocido a nivel Nacional e Internacional. Este es el caso del Proyecto E-Hospital (2005-08), realizado en colaboración con el Centro de Supercomputación de Galicia (CESGA) y el Complejo Hospitalario Universitario de la Coruña (European Award for Lifelong Learning, 2008, Premio Computer World 2007, Reconocimiento por el Observatorio “Universidad y Compromiso Social” (GUNI-UNESCO) como ejemplo de Buena Práctica 2009, y Premio Nacional del Ministerio de Educación, Ciencia y Cultura de Austria 2008).
La convivencia escolar no es fácil, hay que construirla día a día y abordar -no eludir- las problemáticas que puedan alterarla.
- En la actualidad, ¿cuáles cree que son las principales situaciones que afectan a la convivencia en los centros educativos? ¿y las dificultades con las que se encuentran para resolverlos?
A priori como educadora mantengo la premisa de que los centros educativos deben ser y son ecosistemas saludables pero al tiempo muy complejos. Complejos por las constantes interacciones sociales que comporta la tarea de educar, los distintos roles y protagonistas que intervienen (familias, alumnado, profesorado), los recursos disponibles y condiciones organizativas, las diferencias socio-familiares y personales del alumnado, las culturas profesionales… Todo ello en el día a día y quehacer de un centro configura una cultura escolar (propia de cada centro) y condiciona de forma importante el clima escolar. Por lo tanto, la convivencia saludable o la irrupción de problemáticas de convivencia en general van asociadas siempre a alguno de estos factores y a la capacidad de los centros para abordarlos de forma positiva. Quiero decir con ello que la convivencia escolar no es fácil, hay que construirla día a día y abordar -no eludir- las problemáticas que puedan alterarla. Tengo la sensación, en parte por el papel que los medios de comunicación están desempeñando -importa más un titular sensacionalista que un buen análisis de la realidad educativa- de que se está trasladando a la sociedad una visión superficial y alarmista sobre la situación de convivencia en los centros educativos en nuestro país. Es obvio que en los centros se plantean problemas de convivencia y que actualmente dichas problemáticas van asociadas a tres tipos de factores: las relaciones entre el profesorado, con las familias y el alumnado o entre el alumnado, a las condiciones de trabajo que en los últimos años se han visto muy deterioradas (insuficiencia de recursos, sobrecarga docente, devaluación profesional, reducción de autonomía, falta de apoyo al profesorado, falta de normativas adecuadas…) y, por supuesto, a conductas individuales o grupales disruptivas, intolerantes o violentas que quiero creer no son generalizadas pero sí cada vez son más visibles y adoptan diversas formas (acoso, violencia) sobre las cuales es imprescindible formar al profesorado, alumnado y familias, desarrollar protocolos y normas de actuación e intervenir con determinación y desde una perspectiva de comunidad educativa.
- ¿Cómo ha evolucionado la convivencia en los centros entre los distintos miembros de la comunidad educativa?
Es difícil responder a esta pregunta pues no disponemos de estudios sistemáticos prolongados en el tiempo ni comparables pero sí puede decirse que el nivel de malestar docente y de las familias derivado del deterioro del sistema educativo está afectando a la convivencia y clima escolar (más crispación, más dificultades y conflictos) y también la falta de competencias digitales del alumnado (para un uso seguro de las TIC) está favoreciendo una mayor vulnerabilidad de éste ante las situaciones de acoso que hoy adoptan múltiples formas y apoyadas en las TIC amplían su alcance (ciberacoso: exposición permanente)
- De forma general, ¿cómo ve la relación entre profesorado y familias? ¿Y entre profesorado y alumnado? ¿Qué dificultades afrontan para conseguir resultados óptimos?
La relación entre el profesorado y las familias debe construirse desde la confianza y el reconocimiento mutuo. La devaluación de la función docente, las campañas sistemáticas de desprestigio, atribución o responsabilización exclusiva al profesorado de los problemas del sistema educativo («mal preparados», «poco comprometidos») obviamente han calado en la sociedad y en el nivel de credibilidad del colectivo y esto a mi juicio afecta a la relación con las familias. En las relaciones escuela-familias hay que tener claro que compartimos un objetivo común: la educación de los hijos y hemos de ir de la mano y asumiendo roles diferentes pero complementarios y ambos imprescindibles. Confiar en el profesorado y escuchar a las familias creo que son las claves. En cuanto a las dificultades que afronta el profesorado para conseguir resultados óptimos en su relación con el alumnado y las familias creo que en la relación con las familias se precisan tiempos y canales eficaces para establecer una comunicación directa y fluida con las familias, coordinación y pautas coherentes de actuación cada uno desde su rol. Respecto al alumnado, una mayor empatía y, por tanto, acercamiento a sus intereses y problemáticas, para establecer climas de confianza positivos. En este sentido, la formación y actualización docente es fundamental: tanto en habilidades transversales -como gestión de grupos, emociones, resolución de conflictos, TIC…- como en otros ámbitos emergentes para dar respuesta a la diversidad existente como la educación afectivo-sexual o en valores.
El nivel de malestar docente y de las familias derivado del deterioro del sistema educativo está afectando a la convivencia y clima escolar (más crispación, más dificultades y conflictos) y también la falta de competencias digitales del alumnado (para un uso seguro de las TIC) está favoreciendo una mayor vulnerabilidad de éste ante las situaciones de acoso que hoy adoptan múltiples formas y apoyadas en las TIC amplían su alcance (ciberacoso: exposición permanente).
- ¿Cuáles son las claves para abordar la convivencia en los centros educativos desde un enfoque democrático? ¿Qué aspectos se debería tener en cuenta para abordarla de forma positiva a en los centros educativos?
La clave está a mi juicio en entender la educación como un proceso de desarrollo integral de la persona en el que tienen tanta importancia los saberes y habilidades instrumentales como las actitudes y valores. En ese sentido aspectos como: la educación en valores de paz, el respeto a la diversidad humana y a las libertades individuales, el compromiso cívico, la tolerancia o la libre expresión y la visibilización de la diversidad en todas sus formas (familiar, social, étnica, ideológica, sexual, etc.) y la igualdad debería ser una prioridad del sistema educativo. Sin confundir ni mezclar la educación en valores universales con que determinadas ideologías sean políticas o religiosas. Para abordarla de forma positiva en los centros la legislación debería incorporar como contenidos curriculares específicos todas estas actitudes y valores (recuperar el sentido de la materia Educación para la ciudadanía desde el consenso y el laicismo) y la administración educativa debería alinear sus políticas de formación del profesorado con estas cuestiones y darles un carácter estratégico.
- ¿Cuál es el papel de las familias en la gestión de convivencia en los centros? ¿Y cómo debería ser? ¿Cómo considera que ha de ser la participación de las familias? ¿Cómo es actualmente?
Como ya he dicho anteriormente, las familias son una pieza imprescindible en la educación y, por tanto, en la vida de los centros educativos por lo que su papel es clave en cualquier plan de convivencia escolar. Analizar la realidad junto con los profesionales de la educación, detectar conjuntamente las problemáticas emergentes y asumirlas desde la complementariedad y la colaboración. La participación de las familias debe ser activa y constante y sus aportaciones deben considerarse relevantes en la toma de decisiones. Actualmente las asociaciones de padres y madres de alumnos/as desempeñan un papel fundamental pero no se implican todas las familias por igual. El reto está en convencer (con la ayuda de las asociaciones de madres y padres) a todas las familias de que su implicación en el proceso educativo y en los centros es fundamental y establecer un marco de confianza mutua y colaboración entre familias y profesorado.
La relación entre el profesorado y las familias debe construirse desde la confianza y el reconocimiento mutuo. En las relaciones escuela-familias hay que tener claro que compartimos un objetivo común: la educación de los hijos y hemos de ir de la mano y asumiendo roles diferentes pero complementarios y ambos imprescindibles. Confiar en el profesorado y escuchar a las familias creo que son las claves.
- ¿Cómo entiende que ha de ser una escuela inclusiva? ¿Cómo ha de ser la respuesta a la atención a la diversidad? En su caso, ¿qué aspectos quedan por abordar para conseguir una escuela realmente inclusiva?
Una escuela inclusiva es una escuela que practica la igualdad, que respeta la diversidad y la acompaña y celebra en todas sus formas. La respuesta a la atención a la diversidad debe ser integral (desde todos los ámbitos y estructuras del centro), coordinada (administración educativa, equipo directivo, profesorado y familias) y proactiva (anticiparse a las nuevas realidades y no tener miedo a abrir nuevos escenarios por desconocidos o minoritarios que sean).
- ¿Qué aspectos son importantes en la elaboración y puesta en marcha del plan de convivencia del centro?
Al menos tres se me ocurren:
- La participación e implicación de todos los agentes (profesionales, familias, alumnado y contexto).
- La formación de toda la comunidad escolar ante las nuevas realidades y problemáticas, para afrontarlas con garantías.
- El desarrollo de normativas e instrumentos adecuados (esto le compete a la administración educativa) que velen por el interés de los menores, ayuden a los profesionales a abordar con acierto las problemáticas de convivencia y promuevan una experiencia educativa saludable desde la libertad y el respeto a las identidades individuales.
- ¿Qué medidas son necesarias para promover una convivencia en positivo en los centros educativos? (a nivel de centro y a nivel de aula) ¿y cuáles son las más eficaces?
A nivel de centro las dos anteriores: participación y formación. A nivel de aula, el diálogo como estrategia pedagógica, el respeto como base, la interacción en el grupo, normas y responsabilidades y metodologías socializadas.
- ¿Cómo pueden los centros sensibilizar, concienciar, informar y formar al alumnado para ser capaces de gestionar conflictos interpersonales, sociales e interculturales, y hacerlo de forma eficaz?
Trabajando habilidades sociales y comunicativas, recurriendo a técnicas de simulación (juegos de rol), abordando la educación emocional y el conocimiento de uno mismo y desarrollando actividades de prevención que puedan anticipar y ayudar a situarse a los menores ante potenciales problemáticas que afecten al alumno/a o a sus compañeros/as.
- ¿Qué relación hay entre disciplina y convivencia? ¿Qué papel juegan las normas como elemento de desarrollo de la convivencia? Ante el incumplimiento de las normas o antes los conflictos, ¿qué tipo de respuestas son más eficaces?
La convivencia requiere normas. Las normas deben acordarse, no imponerse y, en ese sentido, el profesorado y las familias deben ayudar al alumnado a comprender la necesidad de establecerlas y respetarlas (esto para mí es «disciplina»). En el proceso de establecer las normas éstas pueden flexibilizarse en la medida en que el alumnado asuma responsabilidades y se implique en la tarea de velar por su cumplimiento. Es un difícil equilibrio pero cuando el alumnado asume responsabilidades y protagonismo se compromete más en la tarea de velar por el cumplimiento de las normas. Ante el incumplimiento de las normas siempre hay que actuar. Analizar con el alumnado el hecho, las consecuencias, recordar que las normas se establecieron conjuntamente (de ahí la importancia de negociarlas e implicar al alumnado en su definición) y en función de las consecuencias del incumplimiento de las normas: establecer consecuencias (penalizaciones) o recortar el margen de flexibilidad otorgado en base al incumplimiento del compromiso establecido. En cuanto a las penalizaciones o «castigos» esto depende de cada situación y en el caso de situaciones disruptivas, violentas o reiteradas el centro debe contemplar normas específicas de actuación y consecuencias.
La clave está en entender la educación como un proceso de desarrollo integral de la persona en el que tienen tanta importancia los saberes y habilidades instrumentales como las actitudes y valores. En ese sentido aspectos como: la educación en valores de paz, el respeto a la diversidad humana y a las libertades individuales, el compromiso cívico, la tolerancia o la libre expresión y la visibilización de la diversidad en todas sus formas (familiar, social, étnica, ideológica, sexual, etc.) y la igualdad debería ser una prioridad del sistema educativo.
- ¿Qué opina sobre la ley de autoridad del profesorado? ¿Cuál es su contribución respecto a la convivencia?
No creo que suponga una contribución decisiva. La convivencia se construye, no se regula. Indudablemente todo reconocimiento y valoración del profesorado es necesario y va a repercutir en un mejor clima escolar pero la convivencia no es un problema de autoridad sino educativo. El deterioro en la imagen de los docentes que hemos vivido estos últimos años no se soluciona con leyes de autoridad sino con reconocimiento, apoyo real, medidas eficaces desde el punto de vista técnico que faciliten la función docente y haciendo de la educación uno de los pilares de la sociedad.
- El alumnado está en el sistema educativo un mínimo de 10 años en un entorno con una gran diversidad. ¿Es la escuela un espacio privilegiado para promover una convivencia en positivo?
Lo es. Por eso debe visibilizar, respetar, celebrar y acompañar la diversidad en todas sus formas y manifestaciones y garantizar el derecho a la igualdad. Debemos formar ciudadanas y ciudadanos libres, respetuosos, igualitarios, comprometidos y creativos.
El último informe de Save the Children “Yo a eso no juego”, donde se ha preguntado a 21.500 estudiantes de entre 12 y 16 años sobre las experiencias de acoso y violencia que viven, señalan que 1 de cada 10 estudiantes afirma ser víctima de acoso y un 7% dice sufrir acoso a través de Internet o el móvil. Además, señala que 6 de cada 10 niños reconocen que alguien les ha insultado en los últimos meses, de los cuales un 22,6% afirma que ha sido de manera frecuente y más de un tercio a través del móvil o Internet. Casi un 30% de los niños afirma haber recibido golpes físicos. No todas estas experiencias de violencia (golpes, insultos, amenazas) pueden calificarse como acoso, pero pueden llegar a serlo y son igualmente preocupantes. Por otro lado, los colectivos que se identifican como más vulnerables son las chicas y los más jóvenes. Las chicas se ven expuestas a más situaciones tanto de acoso como de ciberacoso, también encontramos más casos de acoso entre los estudiantes de primer ciclo de la ESO que de segundo ciclo.
- ¿Cómo valora estos datos?
Estos datos coinciden con los datos que tenemos de otros informes de nuestro contexto nacional (Ministerio de Interior, Fundación Protégeles…). No debemos ser alarmistas pero sí debemos estar alertas y anticiparnos porque la evolución de los datos indica que estas situaciones no son generalizadas pero cada año crecen exponencialmente. Por lo tanto, precisamos -profesorado y familias- formación en materia de acoso escolar (en todas sus formas) para saber identificar las situaciones, para intervenir con acierto (pautas, recursos didácticos y propuestas metodológicas) y precisamos formar al alumnado también para prevenir, identificar, y actuar y pedir ayuda.
Cuando el alumnado asume responsabilidades y protagonismo se compromete más en la tarea de velar por el cumplimiento de las normas.
- ¿Qué se considera acoso escolar?
Nos referimos a cualquier forma continuada y deliberada de maltrato psicológico, verbal o físico entre iguales (alumnado) que generalmente persigue diferentes fines (por ejemplo, intimidar, ridiculizar, amenazar, forzar o conseguir algo…) y que atenta contra la dignidad del menor y sus derechos fundamentales. Hay muchas formas, pretextos y lo más complejo es que si no somos capaces de concienciar al alumnado y ayudarles a identificar el acoso incluso pueden participar voluntaria o involuntariamente en el mismo. En este sentido, las tecnologías no ayudan (WhatsApp, redes sociales…) y, por eso, es tan importante la formación especialmente en estas nuevas manifestaciones y formas de ciberacoso (ciberviolencia de género, Sexting, Sextorsión… en definitiva nuevas formas de acoso entre iguales que apoyadas en las TIC potencian aún más el alcance).
- ¿Cuáles considera que son las causas que facilitan el acoso escolar? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Cuáles son las dificultades para afrontarlo?
La falta de respeto, la intolerancia, el desconocimiento de sus efectos, la falta de empatía y la ausencia de valores. Todo ello aspectos que deben abordarse en la escuela y en casa. Las consecuencias del acoso son muy graves en los menores que lo sufren, condicionan su desarrollo, sufrimiento, pérdida de confianza en sí mismos, aislamiento, fracaso escolar e incluso suicidio.
- ¿Hay ahora una mayor sensibilización hacia los casos de acoso escolar? ¿Qué papel tienen los medios de comunicación?
Como he comentado los medios están desempeñando un papel que no ayuda y están trasladando una visión de la realidad sesgada o superficial. Por lo general, no se entra en la problemática, no se aborda desde un punto de vista riguroso y especializado y se presenta de forma alarmista, descontextualizada y sensacionalista.
- ¿Cuáles son las claves para abordar el acoso escolar? ¿Cómo se aborda desde los centros, tanto a nivel de centro como de aula?
Creo que es clave la formación en la materia del profesorado y que éste actúe como educador, es decir, que su labor va más allá de la enseñanza de una disciplina o asignatura y que debe estar atento a las dinámicas de interacción que se producen en el aula y centro, conocer a su alumnado y dialogar con ellos. Ser cercano y empático. Todo ello permitirá identificar o al menos detectar cualquier indicio de acoso. Afrontarlo y no eludirlo. La cuarta clave creo que es actuar colectivamente, lo que significa asumir que una situación de acoso es una situación que concierne al centro y por lo tanto debe abordarse con el orientador de centro, con el apoyo de la dirección y con las familias.
- ¿Cómo se abordan las situaciones de mala convivencia entre iguales que no llegan a ser acoso escolar?
Forman parte -o deberían- del proceso educativo y de socialización. Como decía, la formación en valores, el respeto, la igualdad, las habilidades sociales y emocionales son aprendizajes tan fundamentales como otros saberes disciplinares y deben trabajarse en todas las situaciones educativas.
- ¿Cuál es el papel de la Administración ante el acoso escolar? ¿Cómo valora las medidas adoptadas? ¿Qué medidas cree que debe adoptar?
La administración tiene la responsabilidad de garantizar los medios necesarios para afrontar el acoso: formación, análisis de la realidad (estudios), profesionales especializados, normativas y protocolos realizados con expertos en los que pueda apoyarse profesorado y familias. Creo que en esto tiene mucho que avanzar. Ante situaciones de acoso escolar el profesorado no tiene muy claro cómo actuar y esto significa que falta formación, recursos didácticos y normativas claras y eficaces.
- ¿Cuál es el papel del centro y del profesorado ante el acoso escolar?
Centro y profesorado deben garantizar el bienestar y la protección del menor. Su papel es prevenir, observar e intervenir siempre ante situaciones o indicios de acoso.
- ¿Cuál es el papel de las familias ante el acoso escolar?
Fundamental, es en el hogar donde mejor puede detectarse que algo está ocurriendo y la familia debe, igual que el profesorado, observar, comunicar y solicitar asesoramiento y ayuda al centro y colaborar en el proceso. En este sentido, es fundamental la colaboración de la familia del menor acosado o del acosador.
- ¿Cómo pueden las familias detectar cuando sus hijos e hijas sufren acoso escolar? ¿Y cómo detectar cuando son acosadores/as?
Ambas situaciones son difíciles de identificar pero, si cabe, más la segunda. En el caso del menor acosado: cambios en su comportamiento, estado de ánimo, reticencia a ir al centro, signos físicos o psicosomáticos, aislamiento… En el caso del acosador es más complicado y creo que debe abordarse en un contexto en el que haya algún indicio. No obstante, yo analizaría cuestiones como el tipo de interacciones que establece con sus compañeros, los niveles de agresividad, las dificultades de autocontrol o la escasa empatía. Hay autores que definen rasgos pero a mí me parece que hay que considerar el contexto concreto y de relaciones con cuidado para detectar posible acoso e identificar quién lo ejerce, colabora etc.
- ¿Qué medidas pueden tomar las familias ante una sospecha o certeza de acoso escolar a sus hijos e hijas? ¿Cómo han afrontarlo? ¿Cómo pueden apoyarles? ¿Cómo han de actuar ante el centro escolar? ¿Y ante la Administración? ¿Y si son acosadores/as?
Ante la menor sospecha acudir al centro y hablar con el tutor/a a fin de iniciar juntos un diagnóstico de la situación. En estas situaciones es clave el seguimiento en el contexto escolar y familiar y el intercambio de información. Los centros en estos casos deben iniciar protocolos que ayuden a determinar el problema e intervenir. Ante el centro escolar han de actuar con confianza pero desde la exigencia de una respuesta y ayuda a la que tienen derecho en este tipo de situaciones. Cualquier indicio o preocupación familiar en este sentido debe ser considerada con rigor y celeridad. La familia debe dejarse aconsejar por los profesionales y los profesionales deben contar con instrumentos para intervenir. La administración debe proporcionarlos. Si esto no funciona, es decir, si no hay respuesta del centro (por desgracia puede ocurrir) acudir a la inspección educativa. Nunca buscar un camino intermedio, nunca «sortear» la situación. He visto algunos casos en los que ante la inacción del centro la familia recurre a un cambio de centro. Esta no debe ser la forma y no es la solución. Si los hijos/as son acosadores igualmente deben afrontarla en los mismos términos y nunca «negar» o «proteger» o «encubrir» conductas de este tipo. El acosador/a también necesita ayuda.
- ¿Qué particularidades se han de tener en cuenta en el caso de ciberacoso?
El nivel de exposición, es decir, que el ciberacoso multiplica la exposición del menor pues el acoso no se limita a los espacios y momentos de presencia física sino que se extiende al contexto virtual. El acceso y uso de la tecnología debe de facilitarse a edades tempranas en el contexto escolar (formación para un uso seguro) y familiar bajo la supervisión de los padres y madres ayudando a detectar los problemas y a desarrollar estrategias para prevenir y actuar. Existen muy buenos materiales didácticos e interactivos para trabajar con los menores en esta dirección. Recomiendo visitar: www.pantallasamigas.net y www.protegeles.com
La escuela debe visibilizar, respetar, celebrar y acompañar la diversidad en todas sus formas y manifestaciones y garantizar el derecho a la igualdad. Debemos formar ciudadanas y ciudadanos libres, respetuosos, igualitarios, comprometidos y creativos.
- Teniendo en cuenta que los teléfonos móviles son algo que los adolescentes usan de forma frecuente, ¿es conveniente su prohibición, como establecen algunas comunidades? ¿o consideras más adecuado que los centros les enseñen a usarlo de forma responsable?
No soy partidaria de métodos coercitivos y, por tanto, del uso de inhibidores o la prohibición puesto que la tecnología también puede ser un recurso de aprendizaje. Pero en el aula desde luego el teléfono solo tiene sentido como recurso didáctico y bajo la propuesta metodológica del profesorado. Obviamente, es fundamental que el sistema educativo asuma como prioridad la formación en competencias digitales del alumnado y entre ellas las relacionadas con el uso seguro de las TIC, y en particular Internet.
- En caso de las familias de los alumnos/as acosadores/as, ¿qué pautas han de tener en cuenta? ¿cómo pueden prevenirlo y/o afrontarlo?
Como he comentado, si los hijos/as son acosadores las familias igualmente deben afrontarlo y nunca «negar» o «proteger» o «encubrir» conductas de este tipo. El acosador/a también necesita ayuda. Dejarse guiar por el centro y los expertos, colaborar siempre y participar activamente en la tarea de «reeducar» o reconducir la situación, por duro que pueda resultar. Se trata de una responsabilidad compartida.
- Y en general, de forma preventiva, ¿cómo pueden las familias ayudar a prevenir el acoso escolar?
Comunicación fluida con el profesorado y con los hijos, atención a los comportamientos y estados de ánimo del menor, actitud proactiva y formación.
- En el centro, ¿qué medidas preventivas frente al acoso escolar considera que son eficaces?
Educación para la igualdad, el respeto y la diversidad, educación emocional, protocolos claros de actuación, actitud proactiva y formación también.
- ¿Conoce alguna iniciativa o proyecto de éxito de mejora de la convivencia en los centros?
Hay muchas experiencias interesantes. Recomiendo visitar la web del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte donde, además de encontrar materiales y protocolos de actuación, pueden encontrarse un elenco de ejemplos de buenas prácticas en materia de convivencia escolar y experiencias que recibieron premios Nacionales:
http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/mc/convivencia-escolar/experiencias-de-exito/centros-espanoles.html
http://www.mecd.gob.es/educacion-mecd/mc/convivencia-escolar/experiencias-de-exito/centros-espanoles.html
- Hay actuaciones que no se catalogan de acoso al ser puntuales, pero que son contrarias a la buena convivencia y dificultan las relaciones entre iguales, ¿hay actuaciones que pueden englobarse en estos términos y no se realicen únicamente en relaciones entre iguales en los centros?
Si se refiere a actuaciones de otros colectivos (no del alumnado) por supuesto que sí. El mundo de las relaciones es complejo y entre los adultos también. Obviamente, el clima relacional entre el profesorado, el exceso de tensiones y el malestar docente puede provocar, en ocasiones, actuaciones contrarias a una buena convivencia que además son visibles y poco edificantes. La educación emocional, en la tolerancia y las habilidades sociales son imprescindibles no solo para los menores sino también para los adultos. Si se refiere a actuaciones que se producen en la interacción profesor/a-alumno/a también puede ocurrir, sobretodo en situaciones disruptivas o de problemas de comportamiento reiterados pero creo que en este caso son poco frecuentes y el profesorado debe saber abordarlas o pedir ayuda.
La administración tiene la responsabilidad de garantizar los medios necesarios para afrontar el acoso: formación, análisis de la realidad (estudios), profesionales especializados, normativas y protocolos realizados con expertos en los que pueda apoyarse profesorado y familias.
- ¿Cuáles son los principales retos actuales en la gestión de la convivencia escolar?
Formación (alumnado, profesorado y familias) y recursos didácticos, normativas adecuadas y, sobretodo, devolver al sistema educativo la confianza, autonomía y la tranquilidad imprescindible para desarrollar con garantías y sin crispación su cometido, lo que significa dignificar y cuidar la escuela pública.
- ¿Quiere añadir algo más?
No, muchas gracias por la invitación. Es para mí un placer y un honor compartir en este foro.