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Cuando  las familias escuchan hablar de evaluación, en la mayoría de los casos, se le da una relación directa con las notas que les ponen al alumnado durante el curso escolar, pero sin embargo no siempre es así, se puede tratar de evaluaciones diagnósticas, evaluaciones formativas o evaluaciones sumativas.

Vamos a hacer un pequeño alto en las Evaluaciones Diagnósticas, o como así quieren llamar a las pruebas que con la LOMCE se vienen haciendo al final de Primaria y Secundaria y que incluso la norma las contempla en Bachiller.

Ante el rechazo que la comunidad educativa mostró con las REVÁLIDAS, el Gobierno tuvo que anular  dichos “exámenes” -que estaban establecidos en los finales de etapas de Primaria, Segundaria y Bachiller- y por no asumir el error cometido, hizo un cambio estableciendo en su lugar las evaluaciones finales, (evaluaciones de diagnóstico). Ya el curso pasado se llegaron a realizar de forma muestral en Primaria y Secundaria y se ha demostrado que tan solo ha sido una pérdida de tiempo y recursos.

Desde CEAPA se mostró desacuerdo ante el proyecto de orden que el curso pasado establecía dichas pruebas, a través de un voto particular en el Consejo Escolar del Estado, órgano por donde deben pasar estos proyectos de forma preceptiva.

Hay más pruebas de este tipo. Todo el mundo ha oído hablar de PISA, (en castellano, Programa Internacional para Evaluación de Estudiantes), lo que no sabe la mayoría es el costo tan enorme que supone y el poco o casi ningún valor que tiene, y lo que sí se saca en claro de PISA es que la gestión del modelo educativo que tenemos perpetúa las desigualdades de origen.

¿Y qué traen consigo todas estas pruebas, tanto las de PISA, como otras que se han venido haciendo años atrás, TIMSS, PIRLS… ? Pues de carácter positivo poco o nada y sin embargo de carácter negativo mucho o demasiado.

Se puede decir que con esto se contribuye a que el alumnado pierda su derecho a aprender, siendo el estudio  en formato memorización lo que predomina.  Aquí,  a diferencia de lo que se dice,  poco se miden las competencias porque son los conocimientos lo que más se valora. Ni qué decir tiene que no se centran en todas las materias, tan solo en matemáticas, lengua, ciencias e idiomas, (áreas instrumentales), descartando materias artísticas, deportivas… que son consideradas de segunda categoría.

Los docentes tienen que dedicar tiempo a hacer de preparadores de pruebas, dejando de enseñar. Lo que puede parecer algo de unas pocas horas se convierte en días.

La labor del profesorado se desprestigia porque se demuestra una total desconfianza en su labor, en especial a la evaluación que realizan del alumnado.

En todo caso, estos métodos que se están aprobando hacen imposible que se puedan comparar las pruebas entre las diferentes Comunidades Autónomas, por lo que no sirven para obtener un diagnóstico a nivel nacional del sistema educativo español.

La norma ha venido siendo discrecional para que cada Comunidad Autónoma haga lo que quiera con dichas pruebas, perdiendo el sentido y la fiabilidad que pudieran tener y, por tanto, solo contribuyen a gastar fondos públicos que debieran ser utilizados en otras cuestiones mucho más importantes.

Por todo lo expuesto,  CEAPA está totalmente en contra de dichas pruebas y, del mismo modo que el Gobierno anuló las pruebas de REVÁLIDA, le  instamos que anule esta pruebas de, supuestamente, EVALUACIÓN.