El sistema nunca fracasa

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Desde que los medios de comunicación y redes sociales se hicieron eco de la campaña de CEAPA sobre deberes escolares, se abrió un enriquecedor debate, que pone de manifiesto, que en absoluto es un tema baladí.

Las FEDERACIONES de madres y padres, que nos sumamos a esta campaña de FINES DE SEMANA SIN DEBERES, en ningún momento pretendimos socavar la autoridad del profesorado, el objetivo primero de dicha campaña fue promover el debate y abrir canales de comunicación a un diálogo entre las AMPAS y sus respectivos centros educativos, dejando a los alumnos/as al margen de esta dicotomía tan simplista, que obligue a las familias a posicionarse en la premisa: deberes sí o deberes no.

La cuestión de fondo es radicalmente más compleja, las familias sabemos de las dificultades que atraviesa la educación en nuestro país, conocemos otras formas de hacer educación, con ratios adecuadas a las necesidades de los alumnos y alumnas, un profesorado de apoyo y técnicos expertos que ayudan a manejar situaciones conflictivas en los centros.

Las pruebas de evaluación externa y temarios con contenidos cada vez más amplios, condicionan la dinámica de las aulas. Y es justamente aquí donde se produce esa sobrecarga de deberes, a edades cada vez más tempranas. Lo que no da tiempo a trabajar en clase, se lleva para casa. Y cuando los deberes son excesivos o no son adecuados para el alumno/a esas tareas escolares afectan e interfieren negativamente en el ámbito familiar.

Si un alumno/a fracasa en la Educación Obligatoria, el Sistema Educativo no asume su propio fracaso, busca un responsable.

No se trata de buscar culpables, sino de resolver problemas y eso es precisamente lo que reivindicamos. Los tiempos han cambiado, los valores sociales también. La tecnología con la que nuestros hijos e hijas están conviviendo cada día nos supera a muchos de nosotros y nosotras: padres, madres y profesores. Una Tecnología que con frecuencia no está integrada en la metodología del aprendizaje de las aulas. Y la neurociencia nos confirma que todos somos diversos en nuestras aptitudes de partida para percibir y procesar la realidad.

¿Están este sistema educativo y sus deberes adaptados a estos nuevos retos?