El comedor escolar, lo que podría ser y habitualmente no es

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El comedor escolar es un servicio que está presente en muchos centros educativos. Es de uso tan diario que la mayoría de la sociedad no reflexiona demasiado sobre el mismo. De lo que es a lo que podría ser, va un abismo.

¿Qué es? Para las familias que lo usan, principalmente es un servicio que permite conciliar las obligaciones laborales, de forma que la escuela les evita tener que recogerlos cuando finaliza la jornada de la mañana y llevarlos de nuevo cuando se inicia la tarde, o recogerlos cuando termina la jornada comprimida de la mañana, mal llamada continua en nuestro país. Aunque también puede ser que lo usen sin obligaciones laborales de por medio, simplemente para evitar recogidas y regresos, con lo que liberan ese horario para otras cosas.

Para las familias que no lo usan diariamente, es algo que saben que está en el centro, aunque no les preocupe demasiado si existe o no hasta que un día, por alguna razón imprevista, piensan en ello como solución de emergencia.

Para el profesorado, en algunas Comunidades Autónomas sigue siendo una obligación más a las que prestar atención, así lo vive una parte de ellos, que sólo les compensa por el hecho de poder hacer uso del servicio y no tener que abonar la comida. Si el centro es de jornada partida, a una parte le interesa porque evita tener que viajar a casa para comer, si es que puede hacerlo. Si es de jornada continua, el asunto ya no se ve tan favorable porque exige quedarse cuando podría acabarse antes la permanencia en el centro. En otras Comunidades Autónomas, el comedor ya no es una obligación del profesorado, salvo quizás para alguien de la dirección escolar, y preocupa menos desde el punto de vista de tener que estar allí.

Para los centros educativos, si son públicos de Infantil y Primaria el comedor escolar es una cuestión que simplemente debe ser bien gestionada para que todo se desarrolle de forma adecuada, si son públicos de Secundaria es algo que no genera ninguna preocupación porque no existen comedores salvo rara excepción, y si son privados entonces es una vía de negocio más.

Para el alumnado, supone comer en los centros educativos un mínimo de 175 días al año, en una buena parte de dichos centros con catering, o lo que ahora se denomina línea fría para quitarle una etiqueta no muy bien vista. Si la cocina sigue existiendo, la comida ofrecerá seguramente una serie de sensaciones más positivas a los comensales, por estar realizada en el momento previo a ser consumida. Si se hace la comida en el centro, además, las posibilidades de que a cada niño o niña le ajusten las raciones a sus necesidades reales será más probable, sin que sobre tanta comida o sin que falte por escasa en la bandeja preparada a gran distancia del centro. Y la comida que sobre, siempre podrá tener uso por otras vías, como hacerla llegar a personas que pueden necesitarla o a entidades que atienden a estas personas. Con las bandejas de catering, es más improbable que ello pueda suceder.

Para el personal que atiende los comedores escolares, es un puesto de trabajo que les lleva más a ser vigilantes de los comensales que cualquier otra cosa. Aún así, la mayoría trata de educar a los menores, en lo que se refiere al proceso de comer, aunque ya cada vez se exija menos esa labor. Es decir, para la inmensa mayoría de estas monitoras es un espacio educativo que se puede aprovechar con quienes usan el comedor, aunque al no tener habitualmente una programación específica para ello, las posibilidades se reducen a un rápido proceso de recibir al alumnado, servir la comida, vigilar que la coman y enviarlo hacia el patio cuando ha terminado.

Para las Administraciones educativas, el comedor escolar es una fuente de gasto. Según fuentes oficiales, en los centros educativos con jornada partida, en las Comunidades Autónomas donde aún existen becas de comedor, tres de cada cuatro alumnos o alumnas utilizan diariamente el comedor. Si la jornada que tienen es continua, apenas lo usa uno de cada tres. Eso hace que en los procesos de cambio de jornada uno de los colectivos más afectados por el cambio sean las monitoras de comedor, ya que se pierden uno de cada dos puestos de trabajo por término medio. En la cocina pasa lo mismo y, si el centro es de línea uno, la posibilidad de tener que eliminar la cocina propia del centro y pasar al catering es algo más que una posibilidad remota. Aunque en ocasiones lo que se pierde es el servicio de comedor en su totalidad. Si existen becas de comedor o algún tipo de ayuda para ello, al cambio de jornada hace que el gasto para la Administración caiga de golpe a la mitad, si no es más. Promover los cambios de jornada, desde este punto de vista, les trae cuenta. Y si no están dando becas, el volumen de exigencias para recuperarlas es sensiblemente menor si la jornada es continua, son menos posibles becados.

Para las empresas de comedor, para todas es un negocio, aunque si son pequeñas normalmente están implicadas en dar un buen servicio y un menú de calidad. Si son grandes, puede pasar esto también, pero para una parte de ellas los comensales no son más que números que suman pequeñas cuotas de beneficio, que unidas hacen que el negocio sea rentable. Si son empresas de catering, entonces los beneficios se maximizan, lo que no debe entenderse asociado directamente a una mala calidad del servicio o de los menús, pero sí que puede ocurrir porque se trata de enviar cuantas más bandejas de comida mejor y de ajustar bien las cantidades de los alimentos que se incluyen en la bandeja para obtener mayores beneficios. Un gramo menos de comida en cada ración diaria, cuando se pueden estar sirviendo decenas de miles diariamente, significa centenares de kilos de comida no gastada cada mes y un ahorro de costes significativo.

Vale, hasta aquí qué es, pero ¿qué podría ser? Un excelente escenario para enseñar currículo formal, ese que se puede leer en los boletines oficiales del Estado y de las Comunidades Autónomas, vinculado con la alimentación y los hábitos saludables entre otras cosas. Como en algún país más avanzado en educación que el nuestro, por ejemplo el más usado, Finlandia, el comedor escolar no es un servicio para conciliar sino que es una parte del proceso educativo. Los niños y las niñas comen de forma obligada todos juntos en los comedores de los colegios y esto ayuda a su socialización y su proceso educativo. Es un espacio más para enseñar con objetivos educativos definidos.

Nuestra apuesta como organización que representa de forma mayoritaria a los padres y madres es muy clara. Queremos que los comedores escolares sean un espacio claramente educativo, para favorecer la educación integral del alumnado; que tengan cocinas propias y elaboren la comida diariamente de forma previa a ser servida y consumida, para que ésta tenga la máxima calidad posible; que puedan utilizar por ello alimentos frescos y generados en el entorno cercano a cada centro, para que el alumnado pueda conocerlos y se potencie la agricultura y la industria cercana; y que puedan incorporar, por la cercanía al producto, alimentos ecológicos allí donde sea posible.

En una sociedad que está promoviendo la cultura de usar y tirar lo que consumimos, con procesos de fabricación alejados del punto de consumo, haciendo desaparecer puestos de trabajo en donde vivimos para generarlos a cientos o miles de kilómetros de allí, nosotros queremos contraponer comedores escolares que potencien justo lo contrario: sostenibilidad, cercanía en el consumo de materias primas, trabajo en nuestro entorno y ecología.