Cuéntame un cuento y verás que contento …

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Cuéntame un cuento es la penúltima petición de nuestros hijos e hijas antes de irse a dormir, detrás de esta petición hay una oportunidad de compartir un momento especial con ellos en el día que acaba, pero los adultos nos encontramos con las pilas casi agotadas. En la mayoría de las situaciones leemos el cuento, pero en otras ocasiones la respuesta es mañana porque seguimos ocupados. Podemos coger el cuento y disfrutar o intentar ir rápido para acabar porque todavía no hemos terminado las tareas, engullimos el cuento y vamos deprisa. Imaginaos comiendo un trozo de vuestro pastel favorito a todo meter, cuchara tras cuchara sin saborear, pierde todo el sabor y el disfrute, ¿verdad?.

Perder la oportunidad de compartir ese momento especial con ellos cuando nos lo piden, como son muchas veces no somos #malasmadres ni #malospadres si alguna vez no lo hacemos, es dificultar que cuando seamos los adultos los que queramos establecer una conversación y charlar, vayan a querer estar ellos. Los vínculos con nuestros hijos los tenemos que hacer desde que son pequeños y que mejor manera que las risas compartidas con la lectura de un libro de aventuras.

Cambiar la hora de la lectura del libro para que no sea al final del día o establecerlo como prioridad pueden ser herramientas para hacer posible ese encuentro, también adelantar las cenas o dar carpetazo de una vez a los deberes escolares, mandados por algún docente pulpo que consigue pasar el felpudo de nuestra casa con sus tentáculos.

Apostemos por hacerlo ahora que empieza pronto un nuevo año, seguro que es más fácil que plantearnos ir al gimnasio hacer Pilates o comer más sano y poner verdura todos los días. Difícil puede ser pero no imposible. Si vuestros hijos son mayores, cambiarlo por una tertulia con una taza de chocolate por ejemplo. Lo importante es buscar momentos de encuentro, ese es el caramelo porque el resto es el envoltorio. La respuesta no puede ser no tengo tiempo, porque es justo lo que estamos perdiendo, el tiempo más valioso que no es otro que el que compartimos con nuestros hijos e hijas.